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¿Qué es una falsa necesidad para Albert Ellis?

Las necesidades “falsas” son aquellas que se superponen al ser humano por intereses sociales. Podemos decir, basándonos en las creencias de Albert Ellis, que corresponde a aquellas que perpetúan la fatiga, la agresión, la miseria y la injusticia, obteniendo como resultado, una sensación de euforia en medio de la infelicidad.

Normalmente, cuando una persona tiene sed y bebe agua, la sed desaparece. En cambio, cuando está con sus amigos por la noche, bebe alcohol con la finalidad de socializar, incluso, sintiendo la constante necesidad de seguir con la ingesta de licor. Si bien el comportamiento es similar, en esencia beber para satisfacer la necesidad de sed y beber para satisfacer la necesidad de alcohol son dos cosas muy diferentes.

En este caso, beber alcohol es, lo que Albert Ellis, denominó como una necesidad falsa. Puede ser, de hecho, que el ser humano encuentre un placer extremo en satisfacer estas necesidades, sin embargo, este tipo de “felicidad” no es una condición que debe preservarse ni protegerse. Sobre todo porque podría nublar nuestra capacidad de reconocer un problema, una enfermedad que nos esté afectando o de aceptar que realmente somos infelices.

La mayoría de las necesidades que prevalecen actualmente en la sociedad, como la necesidad de relajarse, divertirse, amar y odiar lo que otros aman y odian, pertenecen a esta categoría de necesidades falsas. En este post profundizaremos más acerca de este tema.

La falsa necesidad para Albert Ellis

Según la teoría de Albert Ellis, las necesidades falsas tienen un contenido y función social determinados por poderes externos, en los que el individuo no tiene control. De manera que el desarrollo y la satisfacción de estas necesidades son de carácter heterónomo.

No importa en qué medida puedan haberse convertido en las propias de una persona. Incluso, no importa en qué medida nos identificamos con estas necesidades falsas o lo satisfactorio que resultan, solo son una creación de una sociedad cuyos intereses dominantes piden formas de represión.

La prevalencia de las necesidades represivas es un hecho consumado, pero también es un hecho que debemos aprender a reconocerlas. Para el psicoterapeuta cognitivo, las únicas necesidades que tienen un derecho ilimitado de ser satisfecho son las vitales, como:

  • Comer
  • Vestirse
  • Tener un hogar digno.

La satisfacción de estas necesidades es un requisito necesario para poder satisfacer todas las demás, tanto las que no están sublimadas como sublimadas.

Cómo reconocerlas

Ponerse en contacto con nuestras verdaderas necesidades requiere esfuerzo, compromiso, trabajo y, sobre todo, la voluntad de renunciar a las actitudes destructivas y las falsas satisfacciones que se pueden extraer de ellas. Estas actitudes, aparentemente, nos dan satisfacción, pero en realidad nos cuestan mucho, en términos de bienestar y felicidad.

El mayor obstáculo que tenemos que enfrentar es creer que alcanzar la felicidad y la satisfacción de nuestras necesidades reales es imposible, es solo una utopía. El primer paso es tomar conciencia de las emociones reprimidas que llevamos dentro desde la infancia. Porque tendemos a repetir lo que no hemos resuelto y proponemos algunas situaciones, reviviendo el mismo dolor que hemos experimentado en el pasado, pensando erróneamente que podemos resolverlo en el presente.

Las necesidades reales son las necesidades del adulto. Es decir, la necesidad de expresarse, crecer y desarrollar, lograr nuestro potencial espiritual y contribuir. Ello produce amor, satisfacción, placer, relaciones maduras y satisfactorias. El sufrimiento se deriva precisamente del hecho de que seguimos tratando de satisfacer nuestras falsas necesidades.

¿Qué es una falsa necesidad para Albert Ellis?

Es imposible satisfacer las falsas necesidades

Es imposible satisfacer las necesidades falsas porque realmente no las necesitamos. Cuando una cosa es esencial para nuestra supervivencia, entonces no podemos prescindir de ella. Es nuestro cuerpo el que mide lo que necesitamos y dentro de nosotros hay todos los termómetros necesarios para dejarlo claro.

Cuando una necesidad es construida por nuestra imaginación, nunca puede llevar una satisfacción real, porque esa necesidad en sí misma es imaginaria. Quienes se llenan de falsas necesidades, automáticamente están limitando sus posibilidades de ser felices, porque eliminan su ser y se mantienen vivos por una biología muy complicada.

En definitiva, a la humanidad nos atrae tanto el potencial de nuestros pensamientos que perdemos de vista nuestro cuerpo, pero deberíamos amarlo más.

No necesitas liberarte de las necesidades falsas, solo entiéndelas

Pedirle a alguien que se deshaga de sus falsas necesidades, según Ellis, sería como pedirle que emprenda la vida monástica, o sea, llevar una vida de monje o monja. El hecho de que una persona nunca pueda estar satisfecha, no significa que las necesidades falsas sean necesariamente negativas. Por supuesto, beber alcohol hace daño, pero la falsa necesidad de ver a otra persona feliz no puede considerarse como algo malo.

La solución no es alejarse de todo. Lo que deberíamos hacer como personas consientes es distinguir entre las necesidades reales de nuestro cuerpo y los edificios especulativos de nuestra mente. De este modo, es posible establecer un equilibrio perfecto de lo que realmente nos hace felices, porque el ser humano no es perfecto, hay falsas necesidades que quizá sean necesarias para aprender y crecer.

Conclusiones

La economía actual, la ciencia del progreso y los estereotipos sociales se basan en el mecanismo del consumismo y la necesidad de encajar en el sistema. Para seguir alimentando este mecanismo, cada uno de nosotros continúa comprando, consumiendo y adoptando conductas que ni siquiera queremos ejercer.

Esta es la razón por la cual sentimos la necesidad de satisfacer las necesidades falsas todos los días. Obtener nuevos objetos para comprar lo que no teníamos antes y la necesidad de sentirnos aceptados socialmente, ahora nos parecen indispensables.

Para Albert Ellis, nos hemos convertido en esclavos del dinero y de los estereotipos sociales, ya que dedicamos todo nuestro tiempo a cubrir estas necesidades, descuidando lo que es realmente importante. El verdadero progreso no está vinculado al crecimiento económico, sino al crecimiento interno de los individuos.

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